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Alejandro Gonzalez | 9:30

“Un arma poderosa”, tengó: La oración

A través del tiempo, podemos ver cual es el ataque que Satanás usa en contra de la iglesia, los matrimonios, la familia, pastores y siervos de Dios, para así frenar la agenda del Señor sobre nuestra vida; una estrategia simple, común y hasta fácil de discernir pero que sin embargo siempre le ha funcionado. Satanás utiliza el pecado.

Cristo obtuvo la victoria sobre el pecado y sobre la muerte en la cruz. Trajo perdón, pero además nos hizo justos delante del Padre. Con su sacrificio nos dio la victoria y ya nada nos ata al pecado, sino que estamos llamados a vencer, porque Él ya venció por nosotros. El pecado fue crucificado en la cruz. El Señor nos ha dado su Espíritu Santo (1 Cor. 2:10) para poder vivir la vida que Él quiere que vivamos. Nos ha fortalecido con su Espíritu otorgándonos la posibilidad de vivir en santidad cada día. “Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora El os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él, si en verdad permanecéis en la fe bien cimentados y constantes, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.” (Col. 1:21-23)

La gracia y misericordia de Dios se extienden cada día hacia nosotros. 

“Aún cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados)... [...] ...por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.” (Ef. 2:5; Heb. 4:16) Esta gracia y misericordia nos ayuda y nos incita a no pecar, a vivir en santidad. Entonces, ¿cuál es la estrategia que el enemigo utiliza para que si pequemos?. La estrategia que Satanás utiliza es que nos roba la posibilidad de orar. 

Y una iglesia que no ora, una familia que no ora, un matrimonio que no ora se desconecta de los planes de Dios, pierde la visión y es presa fácil para el enemigo. Hay un poder tremendo en la oración! “Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tes. 5:16-18)

Muchas veces sabemos que debemos buscar al Señor, pasar tiempo en su presencia, pero tenemos una debilidad en la carne.

Jesús al vivir su agonía en el Huerto del Getsemani (Mt. 26:36-46) comenzaba a tener consciencia que se acercaba la hora, y necesitaba fortaleza, ánimo buscándolo en sus discípulos más cercanos, en sus amigos para que lo apoyaran. “Velad conmigo” les decía porque se encontraba afligido, sin embargo sus amigos, sus compañeros y discípulos se durmieron. “Vino entonces a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo? Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mt. 26:40-41)

Cuando el Señor decía que el espíritu está dispuesto pero la carne es débil no hacía referencia al pecado sino a la oración. El Señor hablaba de que íbamos a sufrir, pero que debíamos reponernos, la carne es débil y esto a veces se convierte en un arma letal. 

Cuando pecamos el Espíritu Santo que mora dentro nuestro nos redarguye, nos corrige, pero cuando dejamos de orar, que a veces es algo que pasa de manera progresiva, no sucede esto. ¿Por qué entonces el Espíritu no nos alarma cuando dejamos de orar un día, dos o más? Porque el Señor no obliga a nadie a tener relación con El, porque espera que sus hijos se acerquen cada día a El, que lo busquemos, que dejemos todo a sus pies para hallar respuesta. Debemos orar y perseverar, no sea que nos encontremos dormidos como los discípulos.


Todas nuestras victorias están en la oración. La oración desata una atmósfera de Dios, abre un portal al cielo donde el Señor se mueve. La oración cambia el ambiente y abre los cielos. La oración trae sanidad.. “Y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.” (2 Cr. 7:14) 

En la oración se desata el poder de Dios sobre nuestra vida en todo lo que hacemos, sin oración nos adormecemos. Cuando oramos se desata la presencia de Dios y comienzan a suceder cosas. Cuando oramos estamos más susceptibles aún a ver las cosas espirituales. 

“Orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu; no menospreciéis las profecías. Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno; absteneos de toda forma de mal.” (1 Tes. 5:17-22) 

No apaguemos al Espíritu. Cuando la iglesia ora el Espíritu de Dios se enciende, es como un fuego que arrasa con todo, las tinieblas huyen y el Señor trae sanidad, libertad y salvación!
Cuando el Espíritu de Dios está encendido el Señor comienza a hablar al pueblo. Oremos para saber discernir, la iglesia que está encendida guiada por el Espíritu va a poder percibir las cosas, y comenzamos a separar, a discernir. Una iglesia que ora es una iglesia santa, limpia! “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tes. 5:23)


En conclusión: Todo [arma forjada y fortaleza espiritual] está en la oración.


“Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1 Tes. 5:24) Fiel es el que nos rescató y nos sentó a su mesa, FIEL es el que nos llama! Dios opera en la dimensión de la fe, por tanto la oración ES un acto de fe! Oramos porque creemos que Dios escucha y porque queremos escucharlo a Él!

Que podamos estar apercibidos de esto, despiertos, que seamos gente de oración que vele en todo momento, encendidos en el Espíritu!! Y veremos las maravillas que el Señor hará, FIEL ES EL QUE OS LLAMA EL CUAL TAMBIÉN LO HARÁ!

Dios te bendiga!

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