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Alejandro Gonzalez | 13:14

La Carta a Digneto, testimonia la vida de los primeros cristianos

El siguiente articulo fue publicado por el sitio católico Aleteia.org y me intereso el compartirlo a los hermanos porque se trata de un valioso y verdadero testimonio de como el carácter y la vida del cristiano se ha mantenido inmutable a través del paso de los siglos y como así le fue mostrado al profeta Jeremías que no era el único sino que había muchos mas como él, es importante mostrar que la persecución, el aborrecimiento y el vivir en humildad nos caracterizan desde un principio.

La "Carta a Diogneto" es según muchos estudiosos cristianos uno de los manuscritos mas importantes donde se puede leer y estudiar el comportamiento de los cristianos de los primeros siglos y aunque no se tiene certeza de quien sea el autor, se sabe que el destinatario era un pagano culto, que se interesaba en conocer sobre el cristianismo.

El manuscrito escrito en griego fue encontrado en Constantinopla -la segunda capital de Roma- en el año 1436 pero durante muchos años se lo mantuvo en total secreto y su valor reside en la descripción de la nueva religión -el cristianismo- que se difundía con vigor en el Imperio Romano atrayendo la atención de todos los ciudadanos por el valor con que los creyentes en Cristo enfrentaban el suplicio de una vida de persecuciones y por el amor intenso con que se amaban entre ellos y amaban a Dios. Para gran parte de los estudiosos, se trata de la joya más valiosa de la literatura cristiana de sus orígenes.

Los párrafos V y VI representan la parte más famosa de este tesoro de la historia cristiana:


Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. A la verdad, esta doctrina no ha sido inventada gracias al talento y especulación de hombres curiosos; ni profesan, como otros hacen, una enseñanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable, y, por confesión de todos, sorprendente.


Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las leyes.

A todos aman y por todos son perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Se les maldice y se les declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se les injuria y ellos dan honra. Hacen bien y se les castiga como malhechores; condenados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extranjeros; son perseguidos por los griegos y, sin embargo, los mismos que les aborrecen no saben decir el motivo de su odio. 



Mas para decirlo brevemente, lo que es el alma al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, cristianos hay por todas las ciudades del mundo. Habita el alma en el cuerpo, pero no procede del cuerpo: los cristianos habitan en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel, cuerpo visible; así los cristianos son conocidos como quienes viven en el mundo, pero su religión sigue siendo invisible. 

La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido agravio alguno de ella, porque no le deja gozar de los placeres; a los cristianos los aborrece el mundo, sin haber recibido agravio de ellos, porque renuncian a los placeres. El alma ama a la carne y a los miembros que la aborrecen, y los cristianos aman también a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero ella es la que mantiene unido al cuerpo; así los cristianos están presos en el mundo, como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo.

El alma inmortal habita en una tienda mortal; así los cristianos viven como de paso en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción en los cielos. El alma, maltratada en comidas y bebidas, se mejora; lo mismo los cristianos, amenazados de muerte cada día, se multiplican más y más. Tal es el puesto que Dios les señaló y no les es lícito desertar de él.


Fuente: Aleteia.org

1 Comentario

  1. La Carta de Digneto es un documento historico que nos permite ver a los cristianos de la actualidad que las transformaciones del Espiritu Santo y la provision de los dones a los hijos de Dios siempre a sido igual para todos sin acepcion. Aleluya.

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