Alejandro Gonzalez | 13:52
Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
El articulo que a continuación transcribiré fue escrito para el diario La Voz del Interior por el pastor Norberto Ruffa miembro del COMIPAZ en el se destaca como en tiempos en que todo parece 'patas para arriba' podemos confiar en que todo esta a un paso de darse vuelta. Y como este cambio puede ser rápido, conciso y efectivo si dejamos de confiar en nuestras propias fuerzas para tomarnos de la mano de Jesús.
A continuación pueden leer el articulo publicado en representación de la comunidad cristiana evangélica de Córdoba.:
En estos tiempos tan especiales en que nos toca vivir, vemos cómo día a día se suceden acontecimientos que producen en nuestro interior un malestar difícil de explicar.
Nos vemos rodeados de situaciones que quisiéramos que no ocurrieran, pero suceden y están a la vista, y no quisiéramos ver lo que vemos ni escuchar las cosas que lamentablemente escuchamos.
Nuestra sociedad está convulsionada. Los acontecimientos que vivimos a diario nos demuestran que, ante situaciones límites, aparece lo peor y lo más miserable que hay en el ser humano, lo cual provoca las acciones más negativas y perjudiciales, que atentan contra la concordia y la paz en que necesitamos vivir los seres humanos.
Estamos como navegando en medio de un mar embravecido azotado por las olas, y el viento enfurecido golpea nuestro barco como si tratara de desestabilizarlo y hundirlo.
Es entonces cuando aparecen sentimientos y sensaciones negativas que, como menciono al principio de este artículo, no son fáciles de explicar.
En la Biblia, aparece un relato que tiene que ver con todo esto. En Mateo (capítulo 14), se dice que Jesús hizo subir a sus discípulos a una barca, indicándoles que salieran delante de él mientras se despedía de la multitud que lo seguía.
Dice el texto bíblico: “Y ya la barca estaba en el medio del mar, azotada por las olas; porque el viento le era contrario”. En medio de esta situación, Jesús aparece caminando sobre las aguas y los discípulos quedan “aterrados”, al no reconocerlo y pensar que era un fantasma.
Jesús enseguida les habló: “¡Cálmense! Soy yo, no tengan miedo”. Unos de sus discípulos, Pedro, dudó y dijo: “Señor, si tú eres, manda que vaya a ti sobre las aguas”. Jesús le dijo “ven”, y entonces Pedro salió de la barca y empezó a caminar hacia él, “pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse gritando ‘¡Señor, sálvame!’”
“Al momento, Jesús extendió su mano y sujetándolo, le dijo: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ Entonces, cuando subieron a la barca, se calmó el viento.
Este relato del Evangelio nos ayuda a sacar algunas conclusiones positivas: por más difícil que sea la situación en que estemos en la vida, hay alguien que siempre va a estar dispuesto a socorrernos.
Ese alguien no es hombre, es Jesús. Él puede aparecer milagrosamente en tu vida en medio de la tempestad y, como lo hizo con Pedro, extenderte su mano y ayudarte con su presencia a que desaparezca todo temor y darte la paz que necesitas.
Tal vez no tengas la fe suficiente para lograr este encuentro; Pedro tampoco la tuvo. Es Jesús quien va a extender su mano para tocarte, darte ánimo y así poder encontrarte con quien traerá paz y felicidad a tu vida.
Sólo tienes que acercarte a él y permitirle que entre en tu corazón; entonces, todo va a cambiar.
El relato bíblico termina diciendo que cuando Jesús subió a la barca, el viento huracanado se calmó.
Lo mismo sucede en la vida a la que Jesús entra: todo se calma.
Podremos entonces enfrentar cualquier situación, sabiendo que en medio de la tempestad vamos a encontrar la paz que tanto necesitamos por medio de esa mano que está dispuesta a sujetarnos para salvarnos de la tempestad. Dios te bendiga.
*Pastor evangélico, miembro del Comipaz
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